El peronismo encabezó una marcha masiva a Plaza de Mayo para pedir la liberación de Cristina Kirchner. Javier Milei, Mauricio Macri y Patricia Bullrich fueron los más insultados en una jornada de alegría y bronca.
“Si son fachos de verdad que la vengan a buscar”. Una pancarta firmada por La Poderosa daba la bienvenida a Plaza de Mayo. El vallado de Casa Rosada llegaba hasta la Pirámide de Mayo y fueron pocos los que lograron quedar cerca del escenario.
No había nada para ver, pero todos intentaron ubicarse lo más adelante posible. “Vamos que llegamos”, arengaba un hombre con pechera azul que estaba a pocos metros de la Tierra Prometida. “Este es el Cabildo”, le explicaba un joven de rastas a otro enfundado en una remera con la frase “La Costa con Cristina”.
“Hoy empieza la resistencia“, dijo el locutor del acto. Los organizadores hablaron primero de 500 mil personas y luego subieron la cifra a un millón. Desde la Ciudad dividieron esa cifra por 20.
El presidente fue el centro de las críticas: “Traigan el gorila de Milei para que vea”, “Bullrich basura” y el hit del verano 2018 fueron lo más cantado junto al “Vamos a volver”.
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“Además de apoyar a Cristina también vinimos por nosotros mismos. Con esta Justicia no están garantizados nuestros derechos. Si a Cristina le hicieron lo que le hicieron, ¿qué nos va a pasar a los demás?”, se preguntó Marisa de 56 años y vecina de Berazategui. “Si nos quedamos en casa y no nos hacemos escuchar, la cosa no va a cambiar”, dijo.
Decenas de puestos de hamburguesas y choripanes desafiaban el protocolo antipiquetes que, sin policías a la vista, quedó suspendido de facto. También proliferó la venta de souvenirs: una remera con la imagen de un Diego Maradona cosecha 1987 llamaba a defender a los jubilados al lado de pañuelos blancos con la leyenda “La Patria no se vende” en negro.

“Queremos a la morocha libre, vamos a volver”, se ilusionaba Hilda de Pompeya, de 72 años. Muy cerca suyo dos jóvenes saltaban la baranda de Avenida de Mayo para fotografiarse con un vampiro con el rostro de Patricia Bullrich.
“Espero que haya unidad”, reclamaba Lautaro de 33 años con una bandera LGTB colgada de la cintura. “Macri corrupto y ladrón, devolvé la guita. Preso ya”, exigía un cartel con letras naranjas sobre cartón corrugado.
“El peronismo tiene que perder el miedo. Cristina se inmola por muchos que se quedan escondidos debajo de la cama. Los jueces se tienen que dar cuenta de que no tenemos miedo y estamos dispuestos a morir por los derechos adquiridos”, dijo Estela de 63 años. A su lado pasaba un hombre con la leyenda “Cristina es pueblo” pintada en su cabeza pelada.
Tal vez previendo un mediodía más frío, un hombre se paseó entre la multitud vendiendo petacas de café al cognac y también licor de dulce de leche. A pocos metros, en Bolívar y Diagonal Sur, se cruzaron columnas de La Cámpora y las del Movimiento Evita que llegaban por Hipólito Yrigoyen, pero lejos de las acusaciones de traición, convivieron en paz.
